EL CRISTO DE LA CLEMENCIA
Dada
la importancia que la imaginería barroca tiene en Andalucía, realizamos
en esta ocasión el análisis de una obra que puede considerarse como
paradigma de los crucificados de esa época: el Cristo de la Clemencia, de Juan Martínez Montañés.
1) DETERMINAR:
a) TIPO DE OBRA: Escultura.
b) TÍTULO: Cristo de la Clemencia.
c) AUTOR: Juan Martínez Montañés (1568-1649).
d) FECHA: 1603-1606.
e) LOCALIZACIÓN: Catedral de Sevilla, España.
f) ESTILO: Imaginería barroca. Escuela andaluza.
2) ANALIZAR:
A) Análisis técnico:
* FORMA:
Obra escultórica que representa a Jesús crucificado. La imagen, que
mide 1,90 ms. de altura (sin la cruz), fue policromada por el pintor Francisco Pacheco.
MÉTODO: imagen realizada en madera de cedro, mediante talla y con policromía posterior.
DESCRIPCIÓN GENERAL:
La imagen del Cristo de la Clemencia nos muestra, en una clara
composición trapezoidal, a Jesús clavado en la cruz mediante cuatro
clavos (dos en las manos y dos en los pies), aún vivo y con la cabeza
inclinada hacia su hombro derecho. En ella presenta una amplia corona de
espinas de traza natural, a modo de casquete. Pese a tratarse de un
crucificado, los rasgos dramáticos no están exagerados. Sólo apreciamos
rastros de sangre en las heridas de las manos y de los pies, así como en
la que se derrama por el rostro y el pecho desde la corona. La carne
está policromada en color mate y no se ha producido aún la herida en el
costado. De todo ello puede deducirse que el momento de la muerte no
resulta inmediato.
El
cuerpo de la imagen está trazado de manera naturalista y realista,
siguiendo un claro canon alargado, herencia de los planetamientos
manieristas. El detalle anatómico es perfecto, sin que se aprecien
signos evidentes de excesiva tensión muscular, más allá de los que
requiere la propia composición. Como única vestimenta el crucificado
muestra un paño de pureza que describe un amplio óvalo, se recoge con un
gran nudo hacia su lado derecho y se desarrolla mediante numerosos
pliegues de tamaño reducido. La pierna derecha se cruza sobre la
izquierda, para acabar presentando los pies casi en paralelo, dejando
bien visibles ambos clavos.
Por
otra parte, Jesús muestra los ojos abiertos y su mirada, que podría
calificarse como de serena, dulce y triste al mismo tiempo, se dirige
hacia la parte inferior. La boca también se halla entreabierta.
De
todo ello podemos deducir que la imagen combina a la perfección dos
elementos característicos de la escultura barroca española, cuales son
el naturalismo realista y el clasicismo. Muy probablemente para su talla
Marínez Montañés debió inspirarse en un crucificado elaborado por
Miguel Ángel, que conocería por una copia existente en Sevilla o bien
por estampas.
B) Análisis simbólico:
La
simbología de un crucificado, dentro de la religión cristiana, es tan
evidente que no requiere ser comentada en detalle: la muerte de Jesús en
la cruz (que debe entenderse continuada en su posterior resurrección)
es la base en la que se fundamenta el cristianismo. Muriendo en el
madero, el mismo Dios da cumplida cuenta de su amor a los hombres.
En
relación con ello, hay un rasgo en la imagen muy interesante. Se trata
de la disposición de la cabeza y, por consiguiente, de la dirección de
la mirada de Jesús, hacia abajo. La posición de la cabeza, exigida por
el propio contrato en el que se basó la elaboración de la escultura,
implica que Cristo mira directamente a quien se sitúa delante de él en
un plano inferior y la mirada deviene en símbolo tanto de los propios
sufrimientos divinos por la especie humana como en emblema de perdón. Y
por extensión el perdón se entiende concedido no sólo a quien contempla
directamente a la imagen sino a la humanidad en su conjunto. La mirada
del Cristo de la Clemencia es pues símbolo del amor de Dios a los
hombres y, según los planteamientos cristianos, de su infinita
misericordia.
En
otro orden de cosas, esta escultura de cuenta también de un antiguo
debate entre los expertos y doctores de la Iglesia acerca de cómo fue
crucificado Cristo, con tres clavos o con cuatro. En este caso Montañés,
siguiendo los planteamientos del pintor Pacheco, se pronuncia por la
segunda opción y muestra en su crucificado un clavo en cada pie,
conforme habían defendido algunos doctores de la Iglesia como San Ireneo
o San Justino y se recogía en los escritos de la monja visionaria sueca
Santa Brígida, cuyo libro de las revelaciones fue editado a fines del
siglo XV y alcanzó amplia difusión.
C) Análisis sociológico:
Martínez
Montañés talla esta imagen en la Sevilla de los primeros años de siglo
XVII, heredera de la de los esplendores del siglo XVI, cuando la ciudad
crece espectacularmente a raíz del establecimiento en ella del monopolio
del comercio americano, concretado en la Casa de la Contratación. Están
cercanos, no obstante, los años de mediados de la centuria, en los que
las crisis financieras y las sucesivas epidemias podrán fin a la época
de apogeo de la ciudad. En Sevilla se halla ampliamente difundido el
espíritu de la Contrarreforma católica, afianzado en la amplia difusión
de las órdenes religiosas, de forma que la mentalidad barroca se pone al
servicio de esta idea de defensa a ultranza de los principios de la
religión. A este efecto, la imaginería es un recurso de primera
importancia.
3) OTRAS CUESTIONES:
Se
conocen las circunstancias concretas que inspiraron esta obra, dado que
se ha conservado el contrato que reguló su ejecución, firmado entre el
escultor y el canónigo Mateo Vázquez de Leca, quien deseaba tener en su
capilla particular una imagen de un crucificado que debía "de estar
vivo... con la cabeza inclinada sobre el pecho, mirando a cualquier
persona que estuviese orando al pie del, como que está el mismo Cristo
hablándole...". De este modo, la iconografía específica de la imagen quedaba convertida en obligación contractual para el artista.
.
Este
Cristo en la cruz de Martínez Montañés muestra claras influencias de
los que talló su maestro, el granadino Pablo de Rojas, a quien puede
considerarse como creador del modelo de crucificado que se difundiría en
la época barroca, concebido para ser admirado de cerca y como imagen
procesional, aunque no es el caso del que nos ocupa (destinado a una
capilla en la Cartuja de Sevilla) y que, a su vez, resultaría ser
prototipo de los que elaboraron otros miembros del grupo de imagineros
andaluces y, entre ellos, Juan de Mesa. Finalmente, cabe señalar que no
fue éste el único crucificado tallado por Montañés: en la ciudad de Lima
(Perú) se conserva el Cristo del Auxilio, que el artista concluyó en
1603, año en que contrataba el de la Clemencia.
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